El viaje interior

«Algún día en cualquier parte, en cualquier lugar indefectiblemente te encontrarás a ti mismo, y ésa, sólo ésa, puede ser la más feliz o la más amarga de tus horas.»

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Un rayo iluminador en Barichara

Pedalear mirando el pavimento, como si se tratara de un suplicio, no tiene sentido.  Como tampoco lo tiene estar más pendiente de la velocidad que del paisaje.

La ansiedad por llegar a un lugar, cuando se está muy cerca de este, aparece inevitablemente. Por momentos la mente quiere ir más rápido de lo que las piernas pueden. Por fortuna, ellas hacen lo que dice el corazón, que es el motor, el capitán.

Cuando la mente se apacigua, cuando la fuerza del cuerpo se concentra en el esfuerzo, y cuando la conciencia contempla serenamente el entorno, en ese momento aparece un estado de gozo único. Solo hasta ese momento entenderás lo que significa viajar en bicicleta.

Ciclismo zen*

Un maestro zen ve a cinco de sus discípulos volver desde el mercado sobre sus bicicletas. Cuando desmontan les pregunta: “¿Por qué andan en bici?

El primer estudiante le responde: “Con la bici cargo esta bolsa de papas. ¡Agradezco no tener que cargarla sobre mis hombros!”. El maestro elogia a su discípulo diciéndole: “Eres un muchacho inteligente, cuando seas mayor no caminarás encorvado como yo.”

El segundo estudiante le responde: “Me encanta mirar los árboles y el campo mientras ruedo por el sendero.” El maestro asiente y le dice: “Tus ojos están bien abiertos y observan el mundo.”

El tercer estudiante le responde: “Mientras pedaleo la verdad del universo penetra en mi mente.” El maestro lo elogia con firmeza: “Tu mente funcionará con la perfección con que gira una rueda recién centrada.”

El cuarto estudiante le responde: “Pedaleando me siento en armonía con todos los seres.” El maestro asiente y dice: “Estás recorriendo el sendero dorado.”

Finalmente, el quinto estudiante le responde: “Ando en bici sólo para andar en bici.” El maestro se acerca al quinto estudiante, hace el gesto de saludo y sumisión y le dice: “Quiero ser tu discípulo.”


*Editorial publicada en Biciclub Nº 170 (febrero 2009)

 

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